La democracia no es el silencio. Es la claridad con que se
exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos. (Enrique
Múgica Herzog). La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en
que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.
Dos frases que particularmente me ayudan a entender a los ciudadanos catalanes, aunque yo personalmente me reservo mi opinión respecto a si mi voto se decantaría del SI o del NO a la independencia de Cataluña o de cualquier otra región española.
Las Leyes hay que cumplirlas, para eso se hicieron, para eso se votaron, y una mayoría de ciudadanos representantes de otros ciudadanos decidieron que era lo mejor para todos, pero todas, absolutamente todas, han sido dictadas por ciudadanos en un momento determinado en el tiempo, y todas, absolutamente todas, han sufrido cambios a lo largo del tiempo. Las Leyes las determinan los humanos, no deidades ni divinidades de ningún pensamiento ni religión.
Para mí y para muchos en mi entorno, el derecho de un pueblo a manifestar su opinión, guste o no a las mayorías, es un derecho fundamental y lo es doblemente como uno de los pilares de cualquier democracia. El miedo a que la voz del pueblo sea desfavorable a los intereses de quien ostenta el poder, no hace más que favorecer el sentimiento de no pertenecer a un todo, donde el silencio no es democracia, donde no hay claridad en la exposición de los problemas y donde nunca se aplicaran medios para resolverlos.
Una gran parte del pueblo catalán quiere hacerse oír, pero parece que hay que obedecer las órdenes antes, como en cualquier dictadura. Son los catalanes los que deben de solucionar sus diferencias y tarde o temprano habrá que oírles, porque este tipo de silencio no cambia ni calla opiniones.
¿Qué dirían los españoles de cualquier otra región si tras un anuncio de bajada de impuestos para ellos, desde cualquier otra zona de España se anularan sus leyes? ¿Qué diría cualquier español obligado a pagar si o si por utilizar cualquier autovía, como hacen los catalanes? Somos un pueblo plural y solo uno, grande, si muy grande, aunque no tan libre. Qué pena.
Dos frases que particularmente me ayudan a entender a los ciudadanos catalanes, aunque yo personalmente me reservo mi opinión respecto a si mi voto se decantaría del SI o del NO a la independencia de Cataluña o de cualquier otra región española.
Las Leyes hay que cumplirlas, para eso se hicieron, para eso se votaron, y una mayoría de ciudadanos representantes de otros ciudadanos decidieron que era lo mejor para todos, pero todas, absolutamente todas, han sido dictadas por ciudadanos en un momento determinado en el tiempo, y todas, absolutamente todas, han sufrido cambios a lo largo del tiempo. Las Leyes las determinan los humanos, no deidades ni divinidades de ningún pensamiento ni religión.
Para mí y para muchos en mi entorno, el derecho de un pueblo a manifestar su opinión, guste o no a las mayorías, es un derecho fundamental y lo es doblemente como uno de los pilares de cualquier democracia. El miedo a que la voz del pueblo sea desfavorable a los intereses de quien ostenta el poder, no hace más que favorecer el sentimiento de no pertenecer a un todo, donde el silencio no es democracia, donde no hay claridad en la exposición de los problemas y donde nunca se aplicaran medios para resolverlos.
Una gran parte del pueblo catalán quiere hacerse oír, pero parece que hay que obedecer las órdenes antes, como en cualquier dictadura. Son los catalanes los que deben de solucionar sus diferencias y tarde o temprano habrá que oírles, porque este tipo de silencio no cambia ni calla opiniones.
¿Qué dirían los españoles de cualquier otra región si tras un anuncio de bajada de impuestos para ellos, desde cualquier otra zona de España se anularan sus leyes? ¿Qué diría cualquier español obligado a pagar si o si por utilizar cualquier autovía, como hacen los catalanes? Somos un pueblo plural y solo uno, grande, si muy grande, aunque no tan libre. Qué pena.
INDEPENDÈNCIA DE CATALUNYA. Visió particular.
La democràcia no és el silenci. És la claredat amb què s'exposen els problemes i l'existència de mitjans per resoldre'ls. (Enrique Múgica Herzog). La diferència entre una democràcia i una dictadura consisteix en que a la democràcia pots votar abans d'obeir les ordres.
Dues frases que particularment m'ajuden a entendre als ciutadans catalans, encara que jo personalment em reservo la meva opinió respecte a si el meu vot es decantaria del SI o del NO a la independència de Catalunya o de qualsevol altra regió espanyola.
Les lleis cal complir-les, per això es van fer, per això es van votar, i una majoria de ciutadans representants d'altres ciutadans van decidir que era el millor per a tots, però totes, absolutament totes, han estat dictades per ciutadans en un moment determinat en el temps, i totes, absolutament totes, han sofert canvis al llarg del temps. Les lleis les determinen els humans, no deïtats ni divinitats de cap pensament ni religió.
Per a mi i per a molts en el meu entorn, el dret d'un poble a manifestar la seva opinió, agradi o no a les majories, és un dret fonamental i ho és doblement com un dels pilars de qualsevol democràcia. La por que la veu del poble sigui desfavorable als interessos de qui ostenta el poder, no fa més que afavorir el sentiment de no pertànyer a un tot, on el silenci no és democràcia, on no hi ha claredat en l'exposició dels problemes i on mai s'aplicaran mitjans per resoldre'ls.
Una gran part del poble català vol fer-se sentir, però sembla que cal obeir les ordres abans, com en qualsevol dictadura. Són els catalans els que han de solucionar les seves diferències i tard o d'hora caldrà sentir-los, perquè aquest tipus de silenci no canvia ni calla opinions.
Què dirien els espanyols de qualsevol altra regió si després d'un anunci de baixada d'impostos per a ells, des de qualsevol altra zona d'Espanya s'anul·lessin seves lleis? ¿Què diria qualsevol espanyol obligat a pagar si o si per utilitzar qualsevol autovia, com fan els catalans? Som un poble plural i només un, gran, si molt gran, encara que no tan lliure. Quina pena.