No he podido dormir. He contado cada segundo que parecian diez. Los interminables minutos no llegaban a confeccionar unas horas sin fin.
Ya en pie, durante la ducha, mi tiempo se ha activado como un dron que pilotado a distancia planea un aterrizaje forzoso con el que terminar su misión.
Voy tomando conciencia de que todo acabó y con el desayuno aparece en mi una nueva sonrisa.
Él ya no volverá a joderme jamás.
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